Hay que soterrar la ideología de género.

¡Ya está bien de dar la matraca con esa cosa del género! No voy a explicar la diferencia en género y sexo, porque ya lo hice en otros trabajos. Ahora quiero decir basta de engaños aderezados con eufemismos ad hoc, que vamos incorporando según nos llegan de no sé sabe dónde, aunque en el fondo del proyecto de ingeniería social y cultural que padecemos, siempre está la, para algunos ingenuos, sacratísima ONU, una de las entidades más corruptas del mundo, con sus organismos internacionales, FAO, UNESCO y OMS. Quiero decir basta a la manipulación de las palabras, en concreto, a esta cosa esperpéntica del género, que a todo el mundo atraganta, pero que nadie vomita ni escupe. Basta ya de normas de comportamiento por parte de personajes cavernícolas que tienen que aprender a ser civilizados.

Las mujeres estamos hartas de las ideas desquiciadas de un grupo de locas/os que lograron imponer sus ideas contranatura en los foros universitarios corruptos de mediados del siglo pasado –Margaret Sanger, Margaret Mead, Alfred Kinsey, Clarence Gamble, Simone de Beauvoir, todos con comportamientos sexuales aberrantes— y que irrumpieron con fuerza a raíz de mayo del 68, de la mano de Germaine Greer, Kate Millet y Shulamit Firestone, para, entre otros fines, crear un mundo nuevo con la mujer como protagonista única, y dar sentido a una izquierda que ya no tenía nada que reivindicar, una vez resuelta la lucha de clases. Por eso, desde la ONU, todo lo relacionado con el tema de las mujeres, sobre todo su sexualidad, ha pasado a considerarse como tema político y, en concreto, en el apartado de género.
Lo realmente terrible es que estas ideas, aprobadas en las conferencias internacionales de la Onu, salen prácticamente cocinadas para ser aplicadas pues, de facto, están por encima de las leyes de los estados. Por eso, en municipios que aún no tienen agua corriente en todas las casas o adolecen de servicios importantes, hay observatorios de género. ¡Como se lo cuento! Un disparate contra el que nadie se atreve a pronunciarse, primero por miedo a salirse de la manada e ir contracorriente de lo que dicta el sistema, y segundo, por ignorancia, porque, en general, se ignora que el tema del género no tiene nada que ver con la igualdad y los derechos de la mujer. Este esperpento va de otra cosa. Se trata de enemistar a hombres y mujeres, a hacernos enemigos irreconciliables, para que el Estado actúe de mediador y así tener más poder sobre las vidas y haciendas de sus ciudadanos. Esto está haciendo un daño social terrible. Se ha creado una lucha artificial cuya consecuencia es dolor y desavenencia en padres, en madres y en hijos. La desafortunada e injusta Ley de violencia de género, está contribuyendo a la desestabilización de muchas familias y parejas. Muchos creen que es una ocurrencia de Zapatero, pero no es así. Él fue solo un alumno aventajado que se prestó a que sus legislaturas fueran un campo de experimentación social. Y creo que hemos pasado la prueba con nota, pues la sociedad española, que quería quitarse el sambenito de antiabortista, atrasada, católica y medio gris se lanzó en brazos de la modernidad del abismo. Y ahora casi es tarde para decir basta, porque cada ley sobre esto es más restrictiva.

Yo me declaro completamente ajena a ese gremio de desestabilizadas; y como yo, casi todo el mundo normal. No conozco a nadie sensato, ni hombre ni mujer, que no esté en contra de esta ideología totalitaria. Excluyo, claro está, a la tropa política de todos los colores, que es el gran verdugo del sentido común en esta materia.

Se habla estos días de Rita Maestre, alias Pitita la asaltacapillas, por el “soterramiento de género” de la M-30 y su impacto. Por más que busqué, no encontré a nadie que me explicara cómo afecta el soterramiento a las mujeres, pero de ella podemos esperarnos cualquier cosa y no sé por qué nos sorprendemos. Sabemos que son gentucilla sin formación, salida de las hordas estudiantiles que no habrían llegado a nada si los del PP no hubieran andado con sobres y finiquitos en diferido, si hubieran gestionado mejor el tema de los desahucios, si no hubieran cargado la crisis sobre los más desfavorecidos, en definitiva, si hubieran gobernado mejor mirando al votante y no a las Cajas de ahorros defraudadoras salvándolas del desastre, a nuestra cuenta. Si no se hubiera gobernado de espaldas a los ciudadanos, muy posiblemente no se habría llegado a esta situación de demolición total del viejo sistema. Pero, volviendo a lo del género, Cifuentes es aún peor que la Maestre y tiene ocurrencias del mismo cariz. Ella es más progre que Carmena. Hace tiempo que le hemos visto el plumero, desde que, hace unos años, propuso eliminar de los estatutos del PP toda alusión al humanismo cristiano. Sus megapancartas y coqueteos con los del colorín y sus denuncias a quienes abogan por educar a sus hijos en los valores de la antropología natural, también son conocidas. Al Partido Popular, de cristianismo no le queda nada, y a ella el mandilín le sienta de maravilla, a juego con sus tacones de Gucci.

___________________
Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora, pertenece al Foro de Comunicadores Católicos.
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
Directora de Ourense siglo XXI
[email protected]
Suscripción gratuita
.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

Lo más leído